lunes, 4 de julio de 2011

EL TRAJE TIPICO EN SAN ANDRES SOLAGA

TRAJE TIPICO
En el pueblo de San Andrés Solaga (del cual me ocuparé en este brevísimo artículo), no he encontrado suficientes elementos para documentar el tema del traje tradicional, tanto para las mujeres como para los hombres. La idea de escribir sobre el tema se me ocurrió en ocasión de una visita que hice a La Presidencia Municipal, ya que en la oficina anexa que ocupa el secretario municipal, me encontré con dos cuadros que enmarcan momentos que considero importantes en la historia del pueblo, se trata de “FOTOGRAFIAS” en blanco y negro, de la década de los cuarenta y cincuenta (reproducciones lamentablemente), de cuando se inauguró el “Mercado Democracia” y la inauguración de “La Escuela Primaria Guillermo Prieto”, evidencias que muestran aunque sea vagamente algunos aspectos muy importantes de la forma de vestir de la gente del pueblo, la mayoría viste de blanco, se divisan mujeres con largas trenzas y hombres con sombreros de grandes alas, como los que se ven actualmente en las celebraciones de las fiestas patrias, en una época en que la fotografía no estaba al alcance de todos, la foto del mercado nos permite ver el emplazamiento del kiosco en el centro del patio municipal, ojalá estas fotos no sean ejemplares únicos
Oaxaca es uno de los estados con mayor variedad y riqueza en indumentaria tradicional.
Del traje típico se puede decir que se caracteriza por ser utilizado por un grupo de individuos que constituyen una entidad diferenciada dentro de una sociedad y que consolidan su diferenciación, entre otros hábitos, con un traje marcadamente distinto al generalizado en la sociedad.
Con frecuencia se suele fijar un origen remoto sin precisar, a la indumentaria tradicional, ya que es poca la información con que se cuenta acerca de su evolución y hoy solo nos toca ser testigos de su extinción.



Los materiales textiles que utilizaban los aborígenes de Mesoamérica eran las fibras de agave y de algodón, aquellas para el atuendo de la gente común y éstas para la vestimenta de las clases altas. El aparejo para tejer era el telar de cintura. Los hombres usaban maxtlatl o taparrabo, un lienzo largo y angosto que se ceñía a la cintura, se pasaba entre las piernas y se anudaba al frente; la tilma, un rectángulo de tela que cubría la espalda y se llevaba en el hombro o sobre el pecho; y el xicolli, túnica que llegaba hasta el suelo. Las mujeres se cubrían de la cintura a los pies con el chincuete (enredo, lío o refajo), simple tira de tela que se enrollaba al cuerpo, muy entallado o formando pliegues; y el torso con el huipil, formado por dos o tres lienzos cosidos, con aberturas para el escote y los brazos. Unos y otras calzaban huaraches o sandalias.
Los españoles aportaron la lana, la seda, el telar de pedales y la confección. En la época virreinal, los indígenas empezaron a usar calzón, camisa, ceñidor y sombrero. El rebozo llegó a ser una prenda de uso común entre las mujeres durante el siglo XVIII; en algunos lugares los hombres sustituyeron la tilma por el gabán de lana; y por obra del mestizaje surgieron los atuendos que perduran en el país como tradicionales.
En la actualidad el traje tradicional se utiliza para preservar rasgos culturales, en desuso o tendientes a desaparecer.
En La Sierra Juárez, aunque hay elementos que se repiten en la indumentaria regional, se pueden encontrar semejanzas y variantes en muchos aspectos, entre otros tenemos: los tocados, tejidos, adornos, el grosor, diseño y los colores también hacen las diferencias de una comunidad a otra.
La expresión popular en el pueblo de Solaga, se ha ocupado de resaltar en el caso del indumento femenino el huipil blanco de algodón grueso, cuyo diseño en T es semejante al vestido de las yalaltecas, es holgado por los cuatro costados, en cuello V, de mangas cortas y abombadas al codo, a diferencia del vestido yalalteco, también holgado, que se muestra de una sola pieza desde el cuello hasta las rodillas, el vestido de la solagueña lleva el refajo o faldón que puede medir desde cinco metros de ancho, esto según la talla o el volumen de quien lo porta, que cubre el huipil de la cintura hasta los tobillos, quedando de ese modo parte de la prenda superior en el interior, haciendo las veces de fondo. Otro accesorio importante es el ceñidor tubular de petate (soyate de cintura), para sostener el faldón, que tiene una extensión de ceñidor de lana en color rojo que contribuye a resaltar aún más la elegancia del traje. Así también se añaden como accesorios, los collares de cuentas rojas y unos grandes aretes.
En la ornamentación del traje femenino el bordado tiene un papel preeminente, predominando para estos motivos el “hilo vela”, hilo de algodón, en acabado mate y de rayón, en acabado brillante. Las figuras más recurrentes para el decorado son florales y vegetales, así como ramas y tallos, en llamativos colores como el rojo, dorado, azul, verde, ocre, sin un significado especifico concreto, aunque con alguna frecuencia se busca la relación entre el color de los bordados con los colores de la naturaleza, se puede asociar el color rojo con las flores y por extensión a la primavera, el verde se relaciona con el paisaje, el dorado con el sol y el día, al azul es el color del firmamento, siendo el ocre, el color de la tierra. Como complemento de este indumento se añade el rebozo blanco que antes se fabricaba en la misma población, ya que ahora los proveedores de esta prenda son los yalaltecos, en contraste con el blanco, el rebozo puede llevar algunas líneas cruzadas, en colores que hacen juego con el vestido. Asimismo, hay que citar los huaraches también procedentes de la población de Yalalag, estos son conocidos como sandalias, con dibujos recortados en forma de mariposas, flores o patitos, para que resalten tienen de fondo, terciopelo verde, rojo o amarillo. Este tipo de calzado vino a remplazar el calzado del tiempo de las abuelas que era tejido en ixtle con taloneras y con suela de cuero (cacles).
Ante el progresivo abandono de la indumentaria tradicional, ahora se acelera la simplificación de la prenda. Un ejemplo es la variante del huipil, como una blusa corta de color blanco, tela ligera, bordada no tan profusamente como el huipil, en cuello redondo, de sus costados penden dos cintillos para ajustarse a la espalda. Esta prenda se combina con cualquier prenda inferior, comúnmente un pantalón; esta moda entre las jovencitas, viene a ser el vestigio de lo que fue el traje a la usanza, y se usa en ocasiones especiales, como uniforme en: ceremonias cívicas y fiestas religiosas o fiestas comunitarias en general. Lo que da una visión distorsionada de la realidad, en la que el traje se presenta casi como un disfraz.
Aunque a ser sinceros una blusa de estas características ha sido la variante entre los indumentos de las preferencias de algunas mujeres del pueblo de Solaga, sin embargo no es privativo de la población, ya que sin ser exactamente igual tiene mucha semejanza con las blusas que combinadas con la falda de tela mascota azul en cuadro chico, podrían ser prendas representativas de las mujeres de poblaciones cercanas a Solaga, como: Zoogocho, Tabaá, Yojobi, Tavehua, entre otros.
TRAJE MASCULINO
El traje tradicional del hombre presenta en la mayor parte de la región, afinidades, como son: calzón o pantalón de manta común o algodón grueso (dril) y de lino, mi abuelo prefería el lino para sus camisas y el dril para el pantalón, ambas prendas de color blanco, se complementan con huaraches de cuero, sombreros de palma o sombreros de lana de color negro que durante la primera mitad del siglo, fabricaba el señor Modesto Gonzalez, único sombrerero que recuerdo. El señor Alberto Rivera usaba el pantalón blanco con bastilla de cintitas para ajustar al tobillo, y por calzado usaba huaraches del tipo pata de gallo, el señor Crispín Bautista usó el pantalón blanco hasta sus últimos días. Desde finales de los años sesentas, también se encuentran en el mercado los sombreros de plástico. Para la época de frío, sobre los hombros descansa el gabán, preferentemente de color negro, pero también se fabrican en lana café o blancos, también hay matizados en diferentes colores. Para calzar, en la actualidad se prefieren los huaraches con suela de llanta de una sola correa, de los yalaltecos, siendo estos los más acreditados de la región. Antiguamente existió en Solaga un huarachero de nombre Paulino Andrés, él era quien cubría la demanda de la población, sin embargo al morir ya no hubo quien le remplazara; es por esa razón que ahora los solagueños (hombres y mujeres), se surten en el mercado de Zoogocho, los días jueves de plaza.
En la actualidad hay una comunidad de solagueños radicados en el extranjero, que han iniciado una revaloración de las tradiciones populares, en lo relativo a la indumentaria, la música y la danza, ¡enhorabuena!.
Aquí presento una relación de nombres de mujeres solagueñas que portan en la actualidad y de ordinario el traje típico del pueblo.
Angeles Bautista
Albina Chavez
Calixta Bautísta
Carmen Vargas
Carmen Gregorio
Dolores Gregorio
Eleoteria Hernández
Francisca León
Francisca López
Herlinda Gonzalez
Isabel Velasco
Juana Valentín
Lucía León
Ma. Antonia Gabriel
Martina Arce
Margarita Gertrudis
Matilde Cabrera
Ma. de la Luz Andrés
Paula Nolasco
Petrona Matías
El MAP Museo de Arte Popular,  inauguró el 24 de abril de este año, una exposición temporal con el titulo de Vestidos de Tradición, Por amor a México de col. particular. Es una colección de trajes de 60 etnias de los 32 estados de la Republica Mexicana, vale la pena visitarla. Son más de 500 muñecas vestidas y peinadas a la usanza de los pueblos indígenas, 300 de ellas son de talla natural y el resto son muñecas de pequeñas dimensiones. La inauguración fue amenizada por la Banda de Tlayacapan, Morelos, probablemente la banda más antigua de México, con una antigüedad desde 1870. La exposición estará abierta al público hasta el 1 de agosto del presente.
LA SOLAGUEÑA DIGNA Y ORGULLOSA EN EL MAP.

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