jueves, 18 de abril de 2013

EL MERCADO DEMOCRACIA DE SOLAGA





                     EL MERCADO DEMOCRACIA DE SOLAGA
                            Un hecho que todavía está en la memoria de algunos solagueños
La palabra tianguis, tiene su origen del náhuatl y traducido al español viene a ser un mercado público, en donde vendedores y compradores celebran tratos de compra y venta y se lleva a cabo la práctica del trueque, intercambiando mercancía por mercancía.
En el México antiguo había un mercado ambulante que se instalaba según los usos y costumbres, en las plazas públicas o en las calles en días  determinados, en este sitio se podían adquirir diversos productos como pueden ser los alimentos, ropa y mobiliario entre otros.
Los pueblos de Oaxaca siguieron esta práctica. En la Sierra Juárez hay pueblos que ya tienen una larga tradición celebrando sus tianguis en días preestablecidos, entre estos tenemos  a Villa Alta, Talea, Yalalag, y Zoogocho.
Con el propósito de impulsar el progreso y desarrollo en la comunidad de San Andrés Solaga, población enclavada en la Sierra Juárez, un grupo de hombres emprendedores decidieron fundar un mercado similar a los que ya había en la región, previo sondeo en la plaza más cercana, para valorar las posibilidades de éxito y estando convencidos de que una nueva plaza vendría a dar mayor competitividad a los comerciantes de la zona, el proyecto se sometió a la consideración de la Asamblea Comunitaria quedando finalmente aprobada la idea. Se acordó por estrategia que el mejor día de la semana para celebrar la plaza de Solaga sería el miércoles, fijando como fecha de inauguración el 22 de octubre de 1941. Y así empezó una aventura que duraría aproximadamente veinte años.
                 
                        



                      EL DIA DE LA INAUGURACIÓN, LA PLAZA LLENA Y EL KIOSCO PLETORICO
Para encabezar el proyecto de constitución del mercado se conformó un comité de voluntarios que se ocuparon de llevar a cabo la planeación y organización del mismo, entre estos recordamos a los señores: Luis del Valle, Crispín Bautista, Higinio Salvador, Modesto Hernández, Manuel Salvador y Agustín Bautista. Para darle mayor formalidad al acto inaugural, el Presidente Municipal señor Alberto Rivera Ibarra  mandó invitación por escrito a los Presidentes y Agentes Municipales de la región.
       
Se elaboró un programa de actividades para realzar el evento, de los cuales destacan: un torneo relámpago de básquet, algunos bailables regionales y por primera vez en su historia la comunidad recibió la visita de una banda de música de otro pueblo para amenizar este magno evento. Fue la Banda Municipal de Totontepec, Villa de Morelos, Mixe, la que recibió esta distinción, debido a que en aquél tiempo era reconocida como la mejor banda de la Región Mixe, llevando a grandes músicos que marcaron una época en la música regional y que tanto influyeron en la Región Zapoteca,  dejando a su paso una huella imborrable en la banda de la localidad.
        
                                 EL DIA DE LA MATANZA/VESTIMENTA TIPICA  
Para alimentar a los visitantes los organizadores sacrificaron un novillo, y se pidió el apoyo de los solagueños para donar algunos productos que se requieren en estas ocasiones para el convivio, como son, el café, los frijoles, la panela, el mezcal, el aguardiente, etc. Para abrir el programa inaugural y como parte de la cultura ancestral, se celebró una ceremonia o ritual para agradecer a la naturaleza, un grupo de hombres notables de la comunidad procedieron a enterrar una olla en el centro de la plaza municipal, conteniendo la cantidad de doscientos pesos en monedas de oro y plata, esperando con este acto alcanzar el éxito y la pronta prosperidad del mercado.
        
INVITADOS ESPECIALES Y AUTORIDADES POSANDO PARA LA FOTO OFICIAL, A LA IZQUIERDA AL FONDO TIENDA LA  SORPRESA, A LA DERECHA EL KIOSCO, AL CENTRO LA ESCUELA PRIMARIA.
Las autoridades de los pueblos que respondieron a la invitación se presentaron a la fiesta de inauguración, con significativos presentes para obsequiar a los anfitriones, el Tesorero Municipal señor José Maqueos, recibió: paquetes de cigarros, botellas de mezcal, y algunos sobres sellados, entre otros.

EN LA FOTO, INAUGURACIÓN DEL TORNEO DE BASQUET . AL FONDO UNA PEQUEÑA GALERA, ARRIBA A LA IZQUIERDA, LA CAPILLA DE SAN ANTONIO Y A LA DERECHA SE VE LA TIENDA LA SORPRESA, ANTIGUA COOPERATIVA.

Según las reglas establecidas para el funcionamiento del mercado, los integrantes del comité de voluntarios se comprometieron a adquirir el excedente o sobrante de mercancía de los vendedores en pequeño al final del día de plaza, para que no tuvieran que cargar sus productos a casa y también se prohibió a los solagueños llevar a vender sus productos a otras plazas.
El medio de comunicación para el intercambio comercial fue el zapoteco, ocasionalmente se presentaban vendedores y compradores de otras regiones como los Chinantecos, Mixes y gente del Valle.
Yo crecí en una calle cercana al centro, por donde se veía el vaivén de los animales que transportaban la carga a la plaza desde los martes en la tarde, recuas de burros, caballos o mulas, que sumaban en número de diez, quince o veinte animales, guiados por los arrieros, que eran los amos y señores de los caminos, ingresaban al pueblo, algunos llegaban desde la ciudad de Oaxaca en un trayecto de tres días aproximadamente cargando productos como el petróleo (en tambos),tan necesario en esos tiempos, las velas y veladoras, las cajas de jabón (octagón), el arroz, pescados, camarones, harina, la sal, etc.
        

 Los primeros puestos se iban colocando el martes por la tarde-noche, lo que permitía a algunas amas de casa de la comunidad realizar sus primeras compras desde esas horas, otros vendedores y compradores de los pueblos más cercanos procuraban llegar desde temprano, unos para agarrar buen lugar y otros para agarrar de primera mano los productos.
                 


                 



               
El mercado que conocimos como plaza tenía la función de dar salida a los productos locales, tanto al mayoreo como al menudeo a los consumidores. En las tiendas establecidas se adquirían los artículos de primera necesidad y en la plaza se vendían los productos frescos como las frutas, verduras y carnes. La gente acudía a vender diversos productos que se agrupaban en la plaza procurando un estricto orden. Hombres y mujeres participaban activamente en el comercio que se complementaba con los trabajos del campo. Las unidades de medida predominantes eran: la onza, el marco, la libra, la arroba, la fanega y el quintal.
               
Los carniceros de Yalina se ubicaban en la antigua galera que estaba a un costado de la iglesia, regularmente vendían carne de res y de vez en cuando mataban algún cerdo, compartían este lugar con los vendedores de pan tanto de la localidad, como los vendedores de Zoochila, Yalalag y la trinidad, también llegaba el pan de yema y el pan amarillo de Etla, ahí mismo estaban presentes los vendedores de frutas, verduras, legumbres y algunas especias, así como las plantas medicinales. Algunas frutas más específicas como las peras, perones y duraznos llegaban de Guiloxi, Yahuio o Laxopa, así como los chicharos y las papas, el ocote para prender el fuego también llegaba de estos rumbos. Las frutas de tierra caliente como el zapote negro, las ciruelas, los mangos y algunos plátanos, llegaban de Yojovi, Tabaa y Yohueche.

                 

Los lazos, hamacas y mecapales llegaban del Sector Cajonos, y de Albarradas llegaban los petates, sombreros y otros productos de palma.
                      
                             
 Había un área especial para el ganado, donde se podían adquirir toros, caballos, burros, chivos, borregos y los marranos para el sacrificio también esperaban turno en este sitio, ubicado en el lugar que ocupa actualmente la Biblioteca Comunitaria.



En el corredor ubicado enfrente del Palacio Municipal, se encontraban los huaracheros de Yalalag y Yalina, quienes vendían huaraches para hombres y para mujeres, para el trabajo rudo y para el paseo. En este espacio también se encontraba la ropa típica  de la región que ofrecían los yalaltecos, así como los rebozos y cobijas y gabanes de lana, aunque una parte de estos productos era de fabricación local, práctica que actualmente se sigue desarrollando con respecto a la indumentaria femenina en vías de extinción. Ese lugar era compartido con el señor José Maldonado quien vendía artículos de mercería y la ropa de diseño industrial que empezaba a entrar a los pueblos.







En la planta baja del corredor municipal se encontraban algunos vendedores de mercería, y por ahí también se reunían los artículos domésticos de barro anaranjado de Tavehua y Yohueche, la panela también se vendía en este sitio. De repente se podían ver tirados en algún puesto aves de corral, gallos, gallinas y guajolotes, esperando un probable comprador.



Las aguas frescas también tenían un lugar en el mercado, el pozontle, así como algunas bebidas refrescantes ya casi extintas en la actualidad como era el atole blanco simple o el atole de masa agria o bien el atole de masa endulzado con panela, había mujeres de la localidad que ofrecían comida de puesto en puesto, mi mamá era una de ellas vendía tamales y aguas. El tepache y el pulque también se podían encontrar en este mercado.
                 


En el sitio que actualmente ocupa la tienda del señor Margarito Carlos, estaba ubicado el molino de nixtamal del señor Francisco Contreras (Chico Contreras), fue el primer molino en establecerse en la localidad, y vino a relevar del arduo trabajo de la molienda a algunas mujeres. Este personaje tenía entre otras habilidades la fórmula para preparar algo muy cercano a lo que hoy en día viene a ser una cuba de refresco y ron, con la denominación de “catalán” preparaba una bebida a base de aguardiente, colorante, saborizante y azúcar. Así mismo preparaba un refresco conocido como “gaseosa” compuesto de bicarbonato, levadura, azúcar y sabores naturales de limón, naranja, etc. y libró una digna batalla contra marcas como la coca cola y la doble cola.


En un extremo de la cancha por el lado donde se encuentra actualmente la casa del finado Pedro García, había una pequeña casa de dos pisos, con dos locales en la planta baja una la ocupaba el recaudador de impuestos y el correo y el otro local lo ocupaba el señor Juan Maldonado quien vendía utensilios para el hogar, de cerámica, metal y plástico, y los metates poblanos de tres patas.

En seguida estaba el área de comedor que administraba la señora Andrea Maqueos García, espacio que compartía con el señor Luis del Valle quien tenía tienda y cantina y era el área más concurrida en los días de plaza y de fiesta, en cierta ocasión en un día de fiesta escapó uno de los toros del jaripeo, que en su confusión atinó a entrar al área de comedor atropellando a clientes y haciendo todo tipo de destrozos antes de ser sometido por los vaqueros.



Otro comedor popular era el que ocupaba el local anexo a la tienda La Sorpresa, ahí atendía la señora Emma Gil Herrera de Villa Alta, este lugar pasó después a manos de la señora Virginia Reyes de Betaza, y finalmente quedó en poder de la señora Angélica Bautista, a quien se le recuerda por los platillos típicos que ofrecía de curiosos nombres como: ropa de cuche (salsa de chicharrón), agua de jitomate con tepejilote (caldillo de jitomate), huevo seco (huevo revuelto en torta).
La tienda de abarrotes La Sorpresa era uno de los establecimientos mejor surtidos del pueblo, estaba bajo la administración del señor Juan Maldonado, quien solamente abría los días de plaza, al pasar a manos del señor Juan García, empezó a abrir todos los días de la semana,  ahí se despachaba al mayoreo o menudeo la mercancía que llegaba de la ciudad,  así como algunos productos regionales.
                                 

Testigo mudo de los acontecimientos que se desarrollaban en la plaza, fue el emblemático kiosco de forma circular que adornaba el patio municipal, que se vestía de lujo en los días de fiesta y servía de apoyo en los días de plaza a los vendedores de cal de Laxopa, los vendedores de frutas de los pueblos del Rincón, y a los herreros de Yalina que exhibían todo tipo de instrumentos de labranza. Ahí mismo se podían encontrar los comales de Zoochila, zoochina y Yahuio.

Los mejores días para el comercio de desarrollaban en vísperas de la Semana Santa, al acercarse las fiestas principales de la localidad y de algunos pueblos cercanos, el Día de Muertos y al finalizar el año.
Al inicio de la década de los cincuentas vino un crecimiento del mercado gracias a la terminación de la carretera que favoreció aún más al pueblo al entrar los camiones de gran tonelaje que recolectaban productos como el café, el maíz y el frijol, que llegaban de las zonas de Villa Alta y de los pueblos del Rincón, convirtiéndose de este modo en la plaza más grande de la región.


Algunos comerciantes deYahuio, Laxopa y yalina fueron los primeros en entrar con sus camiones a Solaga, el señor Mateo Benítez tenía su tienda en uno de los locales que se localizan a un costado del palacio municipal y era uno de los principales compradores de café en la plaza, contaba con la asistencia de su sobrino Aurelio Benítez quien llevaba la administración del negocio, este después se haría independiente de él. El señor Felipe Robles de Zoogocho despachaba en el  local que se ubica enfrente de la paletería de Manuel Salvador y hasta ese sitio entraba su camión a cargar los productos de la región y descargar los productos procedentes de la ciudad capital. El primer residente en la localidad en comprar un camión fue el señor Juan García, quien de este modo reemplazó una recua de 20 burros que acarreaban su mercancía desde la ciudad de Oaxaca, el camión lo perdió al poco tiempo al caer este en la curva blanca que se localiza cerca del pueblo.
     
Uno de los comerciantes distinguidos de la plaza era el señor Ceferino Estrada de Betaza, quien además de distribuir instrumentos musicales, vendía trapiches para procesar la caña, desgranadoras de mazorcas, despulpadoras de café entre otras maquinarias y herramientas.
De este modo el mercado pasó a formar parte de la vida de sus  habitantes. Era un lugar de encuentro para establecer la convivencia, para reafirmar la amistad, en un puesto, en una esquina o en una cantina.
Aún recordamos algunas misceláneas que estaban en los alrededores como es el caso de la señora María Ignacia, mamá de Andrés Méndez,  que atendía en su local establecido a un costado de la capilla de San Antonio y la señora Soledad Martínez tenía su tienda en su casa, a espaldas del Palacio Municipal. En tiempos más recientes se establecieron otros comerciantes en algunos de los locales del centro como fue el caso del señor Vidal, Miguel Sánchez, Adrián Lorenzo, Margarito Carlos, que vieron y vivieron la decadencia del Mercado
La falta de unidad, constancia,  perseverancia y el abandono de sus habitantes, fueron algunos de los factores que contribuyeron a llevar al ocaso al otrora exitoso Mercado Democracia.

Hoy podemos ver en el pueblo de enfrente algunas reminiscencias de lo que un día fue la plaza de San Andrés Solaga, en la Sierra Juárez.

NOTA: fotos de aquí y de allá.